¿Si un órgano se daña puede esto afectar a nuestro comportamiento?

Ciertos órganos de cuerpo humano son meramente importantes en este. Esto es debido a que se encargan de funciones de gran importancia, sin las que el ser humano no podría vivir. Hay algunos órganos que tienen función simplemente anatómica y que si este deja de funcionar o es dañado, no producirá cambios más allá de los daños que haya podido sufrir este, deteriorando así sus funciones pero sin provocar cambios psicológicos en una persona. Esta premisa no se cumple en todos los casos, como en el caso del cerebro. El cerebro es uno de los órganos más importantes en el ser humano, ya que les permiten realizar determinadas funciones desde las más simples y automáticas a las más complejas y autoconscientes. Si este órgano se llegara a dañar no solo se verían perjudicadas sus funciones si no que podrían llegar a producir cambios en el comportamiento, cognitivos o en la personalidad.

Esto ha quedado demostrado en distintos casos a lo largo de la historia, en el que destaca el de Phineas Gage. El protagonista es un hombre que e un primer momento era prudente y responsable y tras un terrible accidente en el que una vara le entró por el cerebro a una alta velocidad, se volvió un hombre irregular, obstinado, irrevente e impaciente. Esto, más tarde, se pudo explicar estableciendo que lo que había sucedido es que la corteza preforontal había sido dañada haciéndole perder habilidades.

Este y otros casos nos indican que el daño cerebral puede causar graves problemas en las personalidades de las personas, haciendo incluso de esta personas unas con una personalidad trastornada y totalmente opuesta a la suya anterior.

Por todo lo mencionado anteriormente, podemos deducir que la anatomía tiene importancia en el comportamiento. El caso del cerebro es el más evidente ya que se desconoce todavía mucho sobre su funcionamiento. La falta de conocimiento médico-físico se trata de entender desde el punto de vista de la psicología. Pero hay otras condiciones anatómicas o físicas que también intervienen en el comportamiento. Por ejemplo, se dice que la sordera en niños les hace más desconfiados cuando son adultos, las personas altas suelen tener más confianza en sí mismos, etc.

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